martes, 3 de noviembre de 2009

El poema perfecto

“Yo quería escribir la canción más hermosa del mundo”.
Joaquín Sabina

Me preparo, tomo asiento
Me agazapo y me encomiendo
Ansío, estoy contento
Reúno fuerzas y escribo este comienzo.

Uso mascara sabinesca e invoco a Girondo
Leo a un francés, a un italiano y al exiliado uruguayo
Aprendo rimas, versos, cuentos y bastantes relatos
No les miento, ojala salga bien esta puesta de teatro.

Me tiro, me levanto
Imagino y sueño
Me esfumo, me atraso
Tomo camino y vuelo

Las rimas idóneas y puntuales
Las letras mágicas y exactas
No se compran ni se regalan
Se ganan a pulso y cuestan caras

Me apreso y me libero
Me castigo y me absuelvo
Hoy no quiero dormir sin sueño
Lo evito y no me salvo.

Este poema no es para mí, es para ellos
Para todos los que prefieren luchar, y siguen sus sueños
A aquellos que buscan sin fin, la libertad para todos
Que mueren y reviven de pie, sus ideas en nosotros

Me desaliento y me regaño
Pienso que ya no puedo
Les propongo una pausa
No se vayan, al rato vuelvo.

Trato de acariciar el cielo
Busco en él, lo que aquí no encuentro
Bajo la luna y la pongo al parejo
Busco otro mundo, otro mejor, aunque no perfecto.

Conmigo disiento, me frustro, en el llanto caigo
Me doy por vencido y vuelvo a intentarlo
Al final solo escribo esto.
Un franco intento del poema perfecto.


Carlos Mireles, 3er lugar del “Concurso de cuento y poesia CUCEA 2009”

Vivir en el Abismo

La búsqueda de un sentido a la vida pasa por nuestras mentes el número de ocasiones directamente proporcional a nuestro sentido de razonamiento, ese sentido y ese razonamiento nos lleva inevitablemente a razonar e imaginar la muerte desde el punto de vista de la vida.
Para el ser humano la muerte es un suceso tan inevitable como lleno de mística, cada cultura trata de comprenderla de abundantes, diversas, extrañas y cuestionables maneras, cada individuo la digiere de diferentes e inusitadas formas.
El suicida solo la desea como a la eterna amante,
El desahuciado le espera en una tensa resignación,
El loco se vuelve su amigo,
La fe la moldea a placer como una frontera divina,
El medico gana mil batallas pero pierde la guerra,
El asesino satisface sus sedientos deseos por ella,
El poeta la idealiza en el fango de sus perversiones,
El sepulturero, su peón más fiel,
La tumba el abrigo de recuerdos
El fantasma diside del protocolo voraz.
Las capacidades vitales del cuerpo niegan su desarrollo y función, los órganos entran en un estado de quietud absoluta, seguida de un estado de putrefacción inadmisible.
La muerte nos da su frió abrazo en algún desperdigado momento.
¿Morir… vivir en el abismo? Que más da…

D. Luna