martes, 6 de octubre de 2009
VILLA
“Tal vez sea la simplicidad del asunto lo que nos conduce al error.”
Edgar Allan Poe
Una de las grandes discusiones en las que se han sumergido la clase política tapatía, has sido en resolver la organización de unos juegos panamericanos, que dicho sea de paso, en su historia como la “Gran fiesta de las América” han tenido problemas desde su origen. Fue en el año de 1942 cuando por primera vez todo el continente iba a competir en el sano ejercicio del Olimpismo sin trucos, sin trampas y de acuerdo con las reglas establecidas en cada disciplina, pero por culpa de la Segunda Guerra Mundial se pospusieron hasta 1951 con sede en Buenos Aires Argentina.
Pero en su contexto mundial figuran como una competencia deportiva patito, ya que en la geografía de los países que se involucran no son, por mucho, de la talla de las grandes potencias mundiales como Estados Unidos, Europa y Asia en cuanto a rendimiento, entrenamiento y apoyo de sus deportistas. Así que los rechazados de las justas mundiales se ven en la necesidad de organizarse sus propios juegos “Panamericanos” para que no les cuenten a que sabe subirse a un pódium, cantar el himno nacional y ser coronados de laureles y medallas.
¿Quiénes son los organizadores? ¿Cuáles son su interés? ¿A quién le importa? ¿Que no se supone que en una conducta democrática se tienen que tomar en cuenta las opiniones de tod@s? Me refiero a la ciudadanía tapatía que desde un principio no nos vimos beneficiados por haber sido Guadalajara sede ganadora de los juegos panamericanos. Lo que si sucedió de inmediato fue conflictos con vecinos del Parque Morelos que reclamaban ser tomados en cuenta a la hora de decidir sobre su patrimonio. Nadie festejó el mediocre triunfo gestado por Acción Nacional y encabezado por Alfonso Petersen, no es cierto que los juegos panamericanos sean un producto del interés social.
Creo profundamente en la ley del karma y creo que ya es hora de que pase lo peor. Que los juegos panamericanos se vengan abajo, que sean un fracaso, un ridículo (que ya lo son). Ese definitivamente será su destino si se sigue ignorando a la opinión pública, si es que no se llegan a acuerdos con los afectados. Ya basta de que las políticas dentro del ayuntamiento de Guadalajara sean cada vez más cerradas, enredadas y que los se beneficien al final de cuentas sea los dueños de las inmobiliarias, los proveedores, los propios ediles abusivos. Políticas PÚBLICAS, PÚBLICAS, PÚBLICAS, PÚBLICO CONOCEDOR!!
En donde irá a quedar ese ambiente de alegría, fraternidad y compañerismo que acompaña al deporte y que desde hace mucho tiempo no se ve por estas tierras divididas por grandes y pequeños grupos que buscan desde su individualidad el beneficio propio. El protestar por la ineficiencia como medio de defensa del pueblo aparte de que es un delito, es más ineficiente que la ineficiencia misma. Como bien dicen: “salió más caro el caldo que las albóndigas”.
Por: Eduardo González García
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