lunes, 12 de mayo de 2008

Libertad de expresión...

Libertad de expresión...
Privilegio de unos cuantos o Derecho Nacional

Por: Pedro A. Ramos Padilla

No cabe duda alguna de que la libertad de expresión constituye uno de los pilares en el sistema de las democracias modernas, sin embargo esa libertad no aplica en todas partes, y mucho menos es equitativa para todos.
Si bien es cierto que los medios de comunicación han contribuido a transformar el mundo contemporáneo, en la medida en que difunden la información relevante, también es cierto que hoy en día gozan de un poder casi ilimitado, ejerciendo un poder fáctico que muchas veces se antepone a las necesidades e intereses colectivos privilegiando los intereses privados.
Lo que antes parecía ser un problema en otras partes del mundo, tan distante de nosotros, es hoy en día una realidad constante en nuestro país: Los medios de comunicación se han entrampado en una discusión contra el sistema impuesto por uno de los poderes de la Unión, el Poder Legislativo.
Hace algunas décadas se decía de manera extraoficial, que la prensa en México operaba en favor del Gobierno y del Partido Oficial, haciendo el trabajo sucio de ambas instituciones frente a una sociedad cegada por los contenidos sobrecargados de basura de entretenimiento. Y fueron esos contenidos los que hicieron del emporio monopólico, que resultó ser Telesistema Mexicano, un gigante de las comunicaciones en todo el horizonte de Hablahispana, introduciendo en la sociedad millones de horas de programación, generalmente haciendo uso de las producciones de moda: Las Telenovelas, aquellos seriados cargados de esperanza y voluntad para la sociedad mexicana de bajos recursos, según el propio Azcárraga Milmo.
Pero los medios de comunicación, sobre todo la Televisión, no solo se dedicaron a entretener a la sociedad, sino que operaron como los difusores de los diferentes productos y servicios que se pueden vender y comprar en un mercado, y siendo a la par un juego de oferta y demanda, también incursionaron en la vida política del país, induciendo muchas veces el voto, al hacer un manejo inequitativo en el juego de las elecciones presidenciales sexenio tras sexenio.
Y llegaron los tiempos actuales, donde los medios quisieron lavar su honor y de paso sus manos, asegurando y perjurando que ahora habían evolucionado, y que se habían transformado en medios de comunicación serios, críticos, equitativos y justos, pero sobre todo, que habían dejado de servirle a un sistema presidencialista agotado por los excesos de quienes disfrutaron las mieles del poder durante años.
Más allá de la transición y la alternancia en el poder, los medios han jugado un papel fundamental en los últimos tres procesos electorales: en 1994, se evidenció un claro favoritismo al candidato del PRI, en 2000 Vicente Fox utilizó la tan mentada democracia y la libertad de expresión, esa que tanto nos decía que solo con él llegaría a darse y que irónicamente fue la que lo puso en Los Pinos.
Pero 2006, no solo ha sido la excepción en muchos casos y cosas, nunca antes una elección presidencial se había decidido en los medios en vez de definirse en las urnas.
Aunque parezca ilógico, es real, los medios de comunicación, faltando al más supremo de los compromisos de no convertirse en jueces del proceso y de no influenciar con sus comentarios y HECHOS tendenciosos tomaron la decisión de intervenir en el proceso electoral, permitiendo la perversión unilateral de un grupo de poder en apoyo a un candidato presidencial, para variar, el candidato oficial.
Ilógico sería entonces pensar que las fracciones políticas contrarias a este personaje, intentarían corregir las deficiencias de una ley electoral cucha y deficiente a la primera oportunidad, y así lo hicieron.
Y lo que hoy es tanto argüende en los medios, es producto de una reforma planeada para que los particulares ya no puedan ejercer su derecho lacerando el del resto de los ciudadanos, y si eso está mal, pensemos que: apoyar a una corriente, usando la política del terror, generando incertidumbre y polémica, pero sobre todo interviniendo en un proceso único y exclusivo de partidos políticos es mucho peor y eso si es violentar la constitución, puesto que la democracia ha transitado del pensamiento a la difusión.
Hoy nuestro sistema político no se sustenta en el libre acto de pensar (para nada censurado), sino en el libre acto de expresarnos (no censurado, sino limitado). Debemos entender que la libertad de expresión no es para todos, es para quienes pueden pagar tiempo aire a un costo elevado, tan elevado que en dichas circunstancias solo los determinados grupos de interés pueden costearlo y generar libertad.
Es cierto, dicha reforma limita que un particular con dinero e intereses personales se exprese en contra de un determinado candidato, hecho que tal vez resulte ilógico y reprobable a la primera, pero dado que el 99% de la población no puede pagar un sport para descalificar al candidato o partido de su desavenencia, la reforma entonces parece hacer más equitativo y justo el proceso, al no permitir que nadie, salvo los involucrados directos (Partidos y equipos de campaña) contraten dicho servicio.
¿Qué le duele a las televisoras? Simple; a las televisoras les duele los millones que dejarán de percibir por vender su tiempo aire al triple de su valor real durante los tiempos electorales, siendo este tiempo contratado en el pasado por particulares y ahora solo por partidos a precios justos. También les duele que ya no se genere polémica ni discordia pues ahora ya no habrá miles de spots en respuesta de una falsa acusación, lo que se traduce si, en mas millones menos para las compañías. Finalmente el uso de los tiempos oficiales, lo cual si, se traduce también en menos millones que dejarán de recibir por parte de los partidos políticos.
Cierro con el caso de la Televisora Azteca, la cual deberá pagar una multa de poco más de cinco millones de pesos (eso en el caso de que le nieguen el amparo) por contravenir las ordenes del IFE de transmitir propaganda electoral en tiempos oficiales y por generar polémica al transmitir dos spots, cada uno aludiendo a diferentes corrientes políticas e ideológicas.
Si es verdad que es injusto o no, es algo relativo, la realidad de facto se centra en dos claros ejemplos de incongruencia: Cada vez que finaliza un proceso electoral, se destapan los millones que los partidos gastan en campaña, TV Azteca por su parte ha sido la más celosa de las televisoras en México en hacer un escándalo por estos hechos, sin embargo, nunca dice que de los miles de millones que cuesta un proceso electoral, ellos como medio masivo de comunicación reciben parte del pastel; Por otro lado, no solo enjuician a los actores políticos por los despilfarros que hacen con el erario, sino que también los acusan por las supuestas censuras que aplica el congreso con la reforma electoral y peor aún tienen el descaro de mofarse de las instituciones de poder y de Estado, pero no son capaces de pensar que aun cuando salen al aire con sus reclamos prepotentes y sin sentido, se confiesan frente al espejo ya que no cuentan cómo han permitido que en sus programas y en su tiempo aire transmitido se difame a quienes les conviene quitar del camino, nos cuentan verdades a medias sobre casas de medicinas, aseguradoras, empresarios de los medios impresos, etc. incluso han llegado a difamar al mismo congreso cuando este no le ha favorecido.
En fin, las sanciones impuestas más que injustas deben verse como un ejemplo para que no se repita en 2009 y mucho menos en 2012 el escenario vergonzoso y reprobable que todos tuvimos que soportar en 2006, si son justas dichas sanciones o no, basadas en las verdades de cada una de las partes (El IFE y la Televisora) es relativo y da lugar a una reflexión de Hermann Hesse: "La realidad existe y ésa es incontrovertible. Verdades, en cambio, es decir, opiniones acerca de la realidad expresadas mediante palabras, hay muchas y todas ellas son tan verdaderas como falsas."

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