Un empleado más al servicio del terror
Cuando haciendo acto de memoria recordamos los procesos electorales de los últimos nueve años, lo que seguramente tendremos presente son las elecciones de donde salieron electos presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, además claro del proceso intermedio de 2003, en donde el PAN del presidente no salió bien librado y retrocedió en vez de avanzar en su “lucha por gobernar México”.
Una característica importante en dichos procesos y que no ha faltado, es la guerra de declaraciones, habitual desde 2000 (no es que antes no se hubieran presentado, pero desde ese año se afianzaron en las estrategias de los partidos como “armas infaltables”), la cual ha sido utilizada como una estrategia que generalmente ha rendido buenos frutos a quienes la usan.
Casualmente y aunque parezca extraño ha sido el PAN quien más ha descalificado en los procesos electorales de la ultima década, esto sin importar si han sido oposición o gobierno, lo que nos conduce a pensar que ya encontraron la manera de afianzarse votos sin tener que conformar cuadros bien preparados o postular a los mejores militantes sino que es mas fácil para ellos inventar falacias e insultar antes que proponer y mirar por el bien del electorado.
Vicente Fox en su momento se carcajeó públicamente del sistema priista que regia entonces en el país, insultó de forma insólita al presidente en turno y se jactó de la falta de democracia en México, acto seguido llegó a usar dicha bandera como propuesta de campaña. Lo malo y cuestionable de lo anterior es que la misma gente que votó por él no repara y piensa que paradójicamente fue el exceso de democracia en el proceso del 2000 lo que permitió esa campaña sucia y denigrante que realizó el entonces candidato para poder llegar a la primera magistratura del país.
Apenas tres años después, ya siendo gobierno, el mismo Vicente Fox y su PAN iniciaron una campaña contra el PRI, creído muerto en el 2000 al perder la presidencia, pero inimaginablemente vivo a mitad del sexenio y que llegaría a ganar la mayoría relativa del congreso. Quien no recuerda esa famosa frase de “quitémosle el freno al cambio” que tanto resonó el las televisoras y en la radio.
Finalmente en 2006 la arena electoral se transformó en un chiquero al ser el mismo presidente en funciones quien iniciara una avanzada en contra del candidato favorito para sucederlo (AMLO), con sus famosos ataques del desafuero y su nueva doctrina sacada de Hollywood: “Cambiemos de jinete pero no de caballo”, frase que se robó de la película Wag the dog.
Pero lo diferente en 2006, fue ese afán por lucir en la televisión de Manuel Espino entonces presidente nacional del PAN, quien no se hartó con sus apariciones en programas televisivos diciendo que AMLO era un peligro para México. La ridiculez le llegó cuando inició una gira por los estados donde ese año también se renovarían gubernaturas y declaró que los candidatos punteros (cuando no eran de su partido) eran un peligro para dichas entidades.
Hoy, desagradablemente vemos como con el pasar de los años, no importa quien sostenga las riendas de ese instituto político, sea quien sea la estrategia parece ser la misma que ha puesto a dos presidentes en Los Pinos: difamación y calumnias.
Ahora es a Germán Martínez a quien le toca lucirse en los medios electrónicos, usando cada oportunidad para hablar mal de PRI (casualmente el partido a la cabeza en las preferencias electorales de este año) inventando una serie de cuestionamientos que tienen un origen y un tinte perversamente electorero.
Si revisamos sus declaraciones, está claro que el miedo del gobierno es perder la mayoría relativa del congreso que ahora tienen. Cierto, aun hoy esa mayoría relativa no les sirve de mucho, pues de cualquier forma deben negociar con otros partidos para poder sacar reformas importantes. Y ese mismo punto el central en todo el asunto.
Acción Nacional ha sido incapaz de presentar proyectos integrales que redunden de forma positiva en la sociedad, por ello sus propuestas mas fuertes han sido frenadas y modificadas en el congreso. Y con el afán de no tener que regatear nada es que ahora intentan agenciarse la mayoría absoluta del órgano legislativo.
Sin embargo la posibilidad de lograrlo es remota por no decir imposible, así que el miedo entonces es que el PRI crezca lo suficiente y básicamente tiene que ver con dos cuestiones: si la oposición representada por el PRI en su mayoría se adueña del congreso, entonces el PAN y en especial el gobierno se estancarían en su lucha por el 2012 al no contar con la posibilidad de llevar a cabo proyectos importantes que le permitan mostrar un buen desempeño; además al ganar las elecciones (hablando en términos territoriales) el PRI se colocaría en la antesala de la presidencia de la República.
La preocupación es evidentemente de todo Acción Nacional, pero en especial del presidente Calderón, quien ante el embate del narcotráfico, la fuerte crisis económica que no le permite ser más que “el presidente del desempleo”, y la negatividad del congreso de aprobar la mayoría de sus propuestas “fuertes”, se ha visto en la necesidad de contratar a un nuevo vocero que le ayude a minimizar en lo posible el avance de la oposición en las preferencias a nivel nacional.
Pensándolo de esta manera, si Calderón se mete a la guerra de declaraciones su imagen de “mas o menos apto para gobernar” se caería al asemejarse a su antecesor, quien sin descaro y vergüenza alguna se entrometió en un asunto que no le competía.
Por eso y para no violar la constitución es que ha necesitado de la ayuda de su empleado mas fiel (de los pocos que le quedan) para que a su nombre le diga al PRI todo lo que necesita decirle en voz alta para frenar su avance.
Hoy Germán Martínez, así le duela a la virgen, ha dejado de ser el presidente nacional del PAN para convertirse en el nuevo vocero presidencial, papel ridículo e insignificante que engrandeciera su antecesor Rubén Aguilar, de quien por el momento no vale la pena acordarnos.
Con sus declaraciones, el empleado del presidente sólo lastima la democracia que tanto nos costó tener, pues el hecho de que cualquiera pueda aparecer en los medios emitiendo declaraciones que tienen un origen perverso y una intención a todas luces electorera, aun con una nueva ley electoral que lo prohíbe, resulta penoso y lamentable.
Lo único que se le puede aplaudir al panista es su habilidad para colarse en los medios incluso antes de que arranquen formalmente las campañas, pues al emitir una serie de gracejadas y adoptar una postura de victima social ha logrado que los reflectores de las televisoras le presten demasiada atención, inclusive mas de la que merecerían sus comentarios poco inteligentes y su pésima oratoria.
Lo malo es que le crean cuando va y viene diciendo por todos lados que sólo su partido es la antitesis perfecta del PRI aun y cuando omite declarar sobre la expulsión de Alejandra Fernández Garza del CEN del PAN por denunciar violaciones a sus estatutos internos, o sobre la exclusión del propio Manuel Espino de las listas para diputados plurinominales por no ser “amigo” del presidente Calderón.
Yo en lo personal le preguntaría al señor Martínez Cázares ¿quien es entonces el jefe del oscurantismo?, ¿quien es la marioneta del sistema?, ¿Quién es el líder de un partido en retroceso? La respuesta es más sencilla de lo que piensa, sólo debe pensar en quien dirige realmente al PAN, él como ser individual o él mismo como empleado de Los Pinos.
Pedro A. Ramos Padilla
kiphas@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario